Introducción
Podemos compartir de modo tácito, la idea de que los medios de comunicación son agentes reproductores de representaciones, imágenes y taxonomías que hacen parte del imaginario social. Son, muchas otras veces, constructores de nuevos imaginarios por la propia potencia de las imágenes que crean y vehiculizan. Es por este motivo que conocer la forma en que se describe al inmigrante en los medios – esto es, qué se dice de él o de ella, cómo se lo caracteriza y a partir de qué parámetros – resulta relevante para entender algunos aspectos de la producción de subjetividad que acompaña al fenómeno migratorio en Uruguay.
Como recorte específico de este análisis tomaremos, en el texto escrito de las noticias, aquellas descripciones que retratan las personas en situación de movilidad como inmigrantes, pasando del campo perceptivo del narrador – a través de registros que son básicamente sonoros, visuales y propioceptivos – al texto que es producido. Estas descripciones interesan, en su conjunto, en tanto retratos corporificados ilustrados/ mostrados en una proliferación de imágenes, alusivas al cuerpo, con alto valor de iconicidad1. Trabajaremos con la hipótesis de que esta corporificación vehiculiza una imagen moral de la inmigración dominicana.
Entre los flujos migratorios caracterizados como “nuevos orígenes”, la población dominicana es la primera en ser captada por registros administrativos oficiales (Prieto y Marquez, 2019) y percibida por la sociedad receptora a partir de los usos del espacio público en barrios céntricos de la ciudad (Uriarte y Ramil, 2017). Estas investigaciones han mostrado una impronta fuertemente racializada en las representaciones de los y las migrantes por parte de la sociedad receptora, impactando directamente en los procesos de inserción.
En lo que refiere a la cobertura de prensa, podemos identificar algunas características del abordaje dado a la población dominicana en relación a otros orígenes nacionales. En el corpus de noticias relevadas se identifican 52 noticias que hacen referencia explícita a la migración dominicana. Es el segundo origen nacional más mencionado, después de Venezuela, que tiene 75 menciones. Sin embargo, la migración dominicana es la que tiene más noticias dedicadas en exclusividad: 27 noticias contra 19 de Venezuela y 15 de Cuba; y la que presenta una mayor estabilidad durante todo el período analizado. Mientras que estos dos últimos países tienen un aumento significativo de su cobertura en los años 2017 y 2018.
Nacionalidades mencionadas en noticias por año
Fuente: elaboración propia
Aspectos metodológicos y recorte establecido
A partir de la revisión del extenso corpus de noticias vehiculizadas en los medios entre 2014 y 2018 se identificó que la cobertura sobre migración dominicana presenta una carga significativamente mayor de representaciones racializadas, vinculadas a elementos corporales y sensoriales. Es así que el análisis parte de considerar aquellas noticias en que las descripciones que corporifican a inmigrantes dominicanos, tanto varones como mujeres. No se trata de un análisis exhaustivo de la cobertura de la migración dominicana, ni un abordaje comparativo entre las formas de describir a las nacionalidades. Las descripciones analizadas serán tomadas en su valor paradigmático – en el sentido que Agamben (2008) ofrece de este término, como modalidades de un fenómeno particular a ser analizado, con un sentido que se entiende intrínseco y no necesariamente más allá del contexto en que aparece. El valor paradigmático que atribuimos a las descripciones corporificadas de inmigrantes dominicanos está dado por su potencialidad de constituir serie, para lo cual otros fenómenos, dentro del mismo contexto o situación precisarán ser analizados. De modo a homogeneizar los datos de esta muestra, la muestra de elementos textuales que seleccionamos provendrá únicamente del registro perceptivo, luego transpuesto a lo escrito, de los redactores que produjeron sus notas a partir de entrevistas, dejando para otra oportunidad los comentarios o referencias al cuerpo provenientes de los propios inmigrantes. Asimismo, comentarios de terceras fuentes, parafraseados por el redactor de la nota, también serán dejados de lado para dar visibilidad a las descripciones que el propio redactor/entrevistador ofrece a partir de la relectura del encuentro directo con sus sujetos migrantes entrevistados.
Entendemos que estas descripciones o retratos tienen un valor per se: obedecen no sólo a la sensibilidad individual de cada entrevistador, sino que expresan la orientación cultural y las lógicas de humanidad que atraviesan al narrador en tanto sujeto perteneciente a un determinado contexto histórico y social (Le Breton, 2009). Consideramos que el ordenamiento y la inteligibilidad de estos registros que se producen primeramente a través del cuerpo y que luego son pasados al texto escrito, son producto de un primer distanciamiento, una toma de posición por parte del narrador. Didi-Huberman (2008) de quien tomamos la idea de distanciamiento, la entiende como un intento de mostrar y yuxtaponer elementos que al ser puestos en conjunto van produciendo diferentes niveles de extrañamiento a través de los cuales es posible construir un conocimiento sobre el objeto observado. La preocupación por el detalle en las descripciones atentan para este privilegio del detalle, que va de lo particular a lo más general.
Planteamiento del problema
Identificamos, en la producción de noticias a partir de entrevistas, lo que podríamos llamar una hermenéutica del cuerpo que intentaremos situar y problematizar en este apartado.
Partimos del cuerpo como lugar de registro de nuestras percepciones sensoriales, que no son nunca puras sino que están siempre vinculadas a significados que son los que dan límite al mundo en que vivimos (Le Breton, 2009). El cuerpo es, como resume Víctora (2011) un locus de producción y de actualización constante de sentidos: siguiendo la idea de corporificación (embodiment) introducida por Csordas, la autora señala la existencia en diferentes tiempos y sociedades de diferentes formas de sufrimiento que es corporificado, experimentado en el cuerpo. Por su parte, el psicoanálisis, al introducir la idea de inconsciente, hace de la corporificación un fenómeno opaco para el propio sujeto, requiriendo una interpretación, que será al mismo tiempo cultural (símbolos) y singular de cada sujeto (Fuentes, 2016). Como señala Le Breton (2010) los gestos, la fisonomía, el fenotipo, han sido a lo largo de siglos objeto de hermenéutica: la observación del cuerpo, de su fisonomía, de sus gestos, ha constituido siempre, en el imaginario, una fuente de indicios de los cuales se puede deducir las intenciones, nunca suficientemente claros, del otro. El cuerpo y los gestos ofrecen el material para una hermenéutica con relación a aquello que el otro no dice. Tratar de leer al otro por su cuerpo es pues un efecto del encuentro con la opacidad del otro, su insondable otredad, tal como señala Levinas (2009)
Cuando encontramos este tipo de hermenéutica en los medios de comunicación debemos agregarle un valor agregado, ya que se trata aquí de la superposición de varios objetivos específicos: no solamente el informar, sino inducir una interpretación, producir una opinión.
Cuando se trata de describir al sujeto migrante, este esfuerzo debería ser particularmente interrogado. En su obra clásica sobre la inmigración, Sayad (2012) señala la recurrencia, en la aproximación occidental al inmigrante, de una cierta desconfianza en la lengua del inmigrante, seguidamente vista como insuficiente para alcanzar la racionalidad del pensamiento y para transmitir los afectos de forma apropiada, lengua que al parecer no proporcionaría, por sí misma, el distanciamiento necesario como para designar aquello que va más allá de lo concreto y lo cotidiano.
¿Cómo son retratados inmigrantes dominicanos hombres y mujeres en los medios de comunicación escrita analizados a partir del Observatorio de Medios? ¿Con qué palabras, estilos narrativos y giros lingüísticos y a partir de qué coordenadas se retrata al inmigrante? ¿En qué medida estas descripciones ofrecen un ejemplo paradigmático del encuentro con la alteridad que propone el inmigrante? ¿estas descripciones estarían al servicio de la producción de imágenes morales del inmigrante, que la prensa reproduce y construye? Las descripciones corporificadas del inmigrante ¿son acaso producto de la desconfianza en la suficiencia de la lengua del otro para comunicar su propio sufrimiento? ¿Existe alguna diferencia entre la forma en que se retrata a varones y mujeres en la muestra seleccionada? Planteado así nuestro problema de investigación, ofrecemos a continuación una primera sistematización de algunas construcciones recurrentes sobre el cuerpo del inmigrante que encontramos en los medios analizados.
Cuadro sistematizado de las categorías construidas en el análisis
Presentamos a continuación un cuadro ejemplificador de distintas expresiones o sintagmas referentes al “inmigrante dominicano”. Los ordenamos de acuerdo a cuatro categorías que nos parece que ofrecen mayor riqueza para el análisis de la corporificación. Estas son: lo que el migrante viste, lo que el migrante come, los sonidos que se asocian al migrante, la mirada y los movimientos del migrante, y por último, los comentarios que surgen como resonancia al fenotipo de las y los inmigrantes dominicanos.
…la liviandad de la ropa |
Llegan en pleno invierno con ropa liviana propia de Centroamérica . |
Gorrita deportiva |
Otra mujer, migrante caribeña, desafía el frío montevideano en una habitación mucho más pequeña aunque repleta de objetos. |
Enfundado en el gorro y la campera azul de la estación de servicio en la que trabaja. |
Sus guantes de lana evidencian lo que su liviandad de ropa no: siente el frío y la falta de dinero. |
Gorra de lana y auriculares en los oídos. |
Lo primero es la bandera dominicana, arroz, habichuela y carne, el pollo frito y la carne guisada de vaca, pollo o cerdo (…) el ron infaltable. |
Una mujer preparaba una cazuela con porotos, arroz y pollo mientras sus tres hijos escribían a sus amigos y familiares con la mirada fija en el celular. |
Los dominicanos parecen zombies, adictos. Se vuelven locos por el pollo que dejaba marinado en el freezer. (…) Chamo, chamo, abre esa mierda que tenemos hambre. Estoy cansado, sonambuleo pero tuvo que abrir y fritar tostones, pollo y arepas mientras ellos rumbiaban (parafraseado del relato de un inmigrante) |
Se le hace agua el paladar cuando recuerda el sabor de la mandioca con huevos fritos y cebolla |
No le gusta el sabor amargo ni el dulce del mate y siempre elige la fruta antes que el pan |
Come comida de un tapper. |
Hoy no ha comido. |
Las imágenes de lo que el migrante viste (o no viste) y lo que come (o no come) son imágenes de alto valor icónico, como la gorrita deportiva, el uniforme de trabajo, o el pollo frito. Hay también imágenes que inducen afectos porque aluden a una condición de sufrimiento del inmigrante, que agrega una nota moral al relato. El migrante es alguien que siente frío: lo curioso es que este dato no siempre aparece explicitado, es apenas mostrado a través del destaque dado a las gorras, los guantes, y a palabras como liviano o enfundado.
El inmigrante es situado en otro de los comentarios en un lugar pequeño, frío y repleto de objetos; la mujer come su comida en un tapper, o bien está sentada en una silla para niños pequeños. Imágenes que confluyen para dar la idea de la precarización de las condiciones de vida del inmigrante. El concepto precario, se construye mostrando el ambiente abarrotado o pequeño que habita el inmigrante. El migrante no tiene dinero, no tiene lugar, no tiene ropa. El frío entonces, aludido a través de los guantes de lana, funciona como metáfora del desamparo del inmigrante, a quien le falta cosas vitales.
Por otro lado, tenemos toda una serie de referencias a la comida, que de la misma forma, es aludida con relación a su falta material (“no ha comido”) pero también en alusión a la falta afectiva del inmigrante: la comida que se añora, que se consume de forma adictiva, el paladar que se hace agua con el recuerdo del alimento al que no se tiene acceso.
Así, tanto la referencia a la ropa que cubre o no cubre el frío o a la comida que alimenta o no alimenta la añoranza del inmigrante, las referencias a la comida y a la ropa aparecen allí para aludir, sin necesariamente nombrarla, a una falta real o simbólica que el inmigrante padece.
Es interesante observar que no aparecen en los relatos referencias a los elementos simbólicos, culturales del atuendo o del alimento. De este último se señala apenas la extrañeza de su sonoridad o de su composición, pero no se elucida el significado cultural que podría implicar un plato cuyo nombre es, por ejemplo, “la bandera dominicana”. Los alimentos no son, entonces, descriptos para singularizar o hacer conocer las referencias culturales de los inmigrantes, sino, sobre todo, para hacer notar la falta en la que se encuentran, de algo que aparece allí como siendo del orden de una necesidad absoluta (gráficamente señalado en la imagen de los zombies que persiguen el pollo frito).
Estas referencias constituyen ejemplos del uso de imágenes corporales para hablar del sufrimiento no sólo físico sino moral de los inmigrantes, que es lo que la imagen, altamente icónica del inmigrante con frío, parece querer destacar sin aludir verbalmente al frío. Podríamos pensar que es tal vez porque no se alude al frío explícitamente, que el frío adquiere una dimensión subjetiva, moral, que introduce la idea de desamparo.
Son además imágenes icónicas, en tanto han servido a lo largo de diferentes contextos y épocas para representar al inmigrante. Sayad (2010) criticó algunas formas de referirse a la necesidad del migrante, sobre todo cuando es situada como una necesidad primitiva e infantil evocadora del maternaje perdido. Hambre y frío, parecen prestarse de forma eficiente como metáforas alusivas al desarraigo cultural y la pérdida (infantil) del maternaje. La cultura sería, dentro de esta metáfora, el pecho nutricio que falta al inmigrante dejándolo en un lugar de necesidad y desamparo.
También Benslama (2004) se ha mostrado crítico con relación a las imágenes que sitúan al migrante como un ser incompleto y en falta, traumatizado por el sólo hecho de haber sido trasplantado, con toda la violencia que cabe a este término, lo cual coadyuva para imaginarizar al inmigrante como un cuerpo que precisa ser vestido y alimentado pues ha perdido su cultura, discurso prevalente en el campo de la medicina, la psicología y el servicio social.
Entendemos que existen entonces elementos de iconicidad en las imágenes presentadas del migrante, y que es identificable la tendencia a referir discursivamente al migrante a ciertos lugares comunes, que convergen en una imagen que es moral, en tanto provoca la solidaridad y el afecto.
Más que quitar, los dominicanos, pero también los uruguayos, venezolanos y cubanos, le ponen su son a un barrio bastante olvidado por los uruguayos. |
Cualto (cuarto) = dinero |
La mítica alegría de los caribeños se cuela en algunas de sus palabras pero aparenta una sobriedad esculpida a lágrimas |
El regetton desde youtube se pegotea en las paredes pintadas con cal. El canyengue se pausa, sube o baja el volumen según quien entre al comercio (…) |
¿Y la música Alberto? “Ahí puesta, dice el almacenero dominicano/aguatero señalando con la cabeza una computadora apoyada en el mostrador. La chica da un tinguiñazo a la laptop que vuelve a sonar y sonríe satisfecha. |
Parlotean, escuchan bachata, toman cerveza. |
Con canto isleño. “Pa mi que no construyen na” |
los modismos: guagua, motico, caminandito, me partí la pata, ya tu sabe. |
La voz cae, con su ritmo cadencioso |
Voz pausada. |
(…) su carcajada llena la habitación. |
Su voz alegre y musical |
El inconfundible acento musical los delata en la calle. Un talante más bien expansivo, que contrasta con la grisitud uruguaya; los distingue. |
Esta corriente se ha diferenciado claramente de los migrantes peruanos o bolivianos que de manera mucho más callada han ido (…) |
A diferencia de los venezolanos, también caribeños, los dominicanos no son muy habladores. |
verborrágica |
La mujer de acento caribeño y habla veloz |
Sus ojos miran hacia adelante como si en el horizonte se cristalizaran sus recuerdos |
Los ojos redondos color chocolate miran fijo |
Sonrisa ancha y ojos brillantes |
Bromea esta mujer de 37 años y mirada chispeante |
Mirada profunda |
el temor de su mirada |
Día y noche las sillas playeras en la vereda del almacén están ocupadas por anchos hombres y mujeres que ven pasar el tránsito del centro a la Aguada mirando sus teléfonos. |
sentado en el sofá, una pierna recogida recuerda al accidente en moto, la mano izquierda apoyada en la rodilla y con la otra gesticula. |
Se limpia con papel higiénico las lágrimas que se le estancan en el surco entre la nariz y los labios. |
Posa con una pierna levemente flexionada cuando le van a sacar una foto. |
Afuera hace frío y el viento es helado pero en Lo Frías, el Santo Domingo montevideano, los espejos se empañan con el calor del perreo o el compás saltadito y contoneado de la bachata. La relación se invierte y los extraños aquí son los otros. |
para no pedirle disculpas por invadir su intimidad, me concentré en envidiar el blanco de su dentadura y en pensar cómo haría esa muchacha para maquillar sus ojos con tanto arte. Busqué todo lo que había en ese rostro que me ayudara a escapar del temor de su mirada. |
Y a ella, mujer voluptuosa de piel negra y cabello rizado, que nació en el sopor del calor tropical |
anchos hombres y mujeres |
En algunas fotos (…) se la ve transpirada pero feliz |
Negro, de manos grandes y mirada profunda, gorrita deportiva y su inocultable aspecto caribeño, no suelta el celular. |
Ciudadano legal uruguayo, macizo de manos amplias que no paran de ordenar paquetes de pastillas. Su mirada se reparte entre la clientela y la mercadería. |
Las calles del centro (…) se llenaron rápidamente de estos ciudadanos de piel curtida por el sol, de [voz alegre y musical] y piernas largas acostumbradas a seguir el ritmo de la salsa, el merengue y más que nada la bachata. |
[La voz] es de Chipijanel, nombre artístico de Jhon, 25 años, alto, gorra y auriculares en la cabeza. |
Sólo una mujer dijo ser madre, dato que nos llamó la atención porque algunos cuerpos parecían indicar otra cosa. |
Yessica, también dominicana, motas largas, [sonrisa ancha y ojos brillantes] barre. Pasa inadvertida para los miles que recorren esos pasillos una tarde de viernes. |
José Antonio, un joven dominicano, contundente, pelo enrulado de dos colores pecho tatuado y gesto desconfiado, sale de una de las casas del frente de la Quinta |
Decidimos reunir estas cuatro categorías, que remiten a la voz, la mirada, los gestos y el cuerpo del inmigrante en tanto nos parece que contienen elementos que pueden ser analizados en conjunto en el contexto de este informe.
El elemento central, que nos gustaría analizar, es la forma en que estos cuatro registros, de la voz, la mirada, los gestos y el cuerpo, confluyen en la construcción de una categoría que es al mismo tiempo taxonómica, moral, cultural y racializada: el caribeño.
La taxonomía caribeño describe a un ser de mítica alegría, talante expansivo, ojos brillantes, mirada chispeante, sonrisa ancha y carcajada que llena la habitación.
Las referencias a la música, tanto en la musicalidad de la voz, como en la danza: salsa, reggaeton, bachata, y son; tornan al caribeño inconfundible, distinguible, diferenciado.
Es a través del registro sonoro, la voz o la música y a través del registro propioceptivo, el movimiento, la temperatura, que la presencia de esta alteridad es situada en el marco de una categoría: el ser caribeño.
Tomamos este comentario como paradigmático, en tanto reúne de forma interesante la noción del calor y del movimiento de la danza como elemento que caracteriza a las y los dominicano, ubicándolo con relación a una alteridad que es en este caso climática: el frío y el viento contrapuesto al calor.
A lo que se alude aquí es al calor del trópico, elemento de la naturaleza que parece casi determinar el ser caribeño.
A propósito del imaginario sobre el clima tropical, Livingston (2002) ha señalado su valor hermenéutico, en tanto históricamente se ha imaginado una causalidad lineal entre el clima y determinados trazos de personalidad. Según Livingston, la imaginación climática ha servido durante varios siglos a los intereses geopolíticos imperialistas y ha sido soporte del racismo filosófico. En este contexto, el clima tropical ha sido vertido de forma habitual en expresiones que se aproximan a una evaluación moral. Esta reunión de la condición climática y la virtud moral, hace que el autor proponga la expresión “economía moral del clima”. Tomando prestada esta noción de economía moral, podemos sostener que clima, raza, cuerpo y cultura se multideterminan en los discursos sociales sobre lo que es ser caribeño.
Así, el carácter musical y alegre de los dominicanos aparece determinado por un lado por el clima (el sol que curte la piel) y por elementos de la música, que acostumbra y moldea los cuerpos, las piernas largas que siguen el ritmo de la salsa.
Este modo de explicar el ser caribeño, aún cuando acciona imágenes positivas como la alegría y la danza, precisa ser interrogada, en la medida en que no deja de situar discursivamente al caribeño como siendo fundamentalmente un ser corporal, producto de la naturaleza soleada del Caribe, que fundamenta su ser moral, con base en la corporificación de los valores que la danza vehiculiza.
Dijimos que está presente aquí un elemento taxonómico, la clasificación caribeño, a la que se suma una consideración moral, (la descripción de un talante, un modo de ser intrínseco al caribeño) que es además racializada, en tanto se hace derivar, discursivamente, este talante de la naturaleza que actúa sobre los cuerpos (la piel curtida por el sol y las piernas largas que bailan salsa) que determina también la cultura, eje de la relación de los dominicanos con la música.
El hecho de que se declare a los dominicanos como no tan habladores como los venezolanos, o que las lágrimas vengan a empañar la alegría mítica, o que el rostro exprese miedo, o que no resuene con el afecto esperado, muestran esta preeminencia del detalle en la hermenéutica del gesto inmigrante. Estos ejemplos develan algo diferente de lo esperado. Sin embargo, el estereotipo del caribeño alegre no es cuestionado. Los comentarios están allí para señalar que el sufrimiento del inmigrante lo aleja de su naturaleza, no para indicar que esta mítica alegría podría no ser universal.
Una reflexión diferente debería generarnos el uso frecuente de la descripción del cuerpo en términos de complexión física, color de la piel o textura del cabello en vehículos mediáticos que buscan no sólo informar, sino también, ofrecer una imagen moral del inmigrante. Problemática en tanto la asociación entre tipos físicos y fenotípicos y características morales o de personalidad de los sujetos, están demasiado próximas a la construcción de los discursos científicos sobre la racialidad surgidos luego de la primera guerra mundial. Podríamos rastrear su hilo incluso antes, en la producción discursiva sobre la racialidad inaugurada, como señala Todorov (1998) por la conquista española de los pueblos americanos.
La separación entre cuerpo y mente, y la jerarquización de lo racional por sobre lo corporal inaugurada por Descartes, es una característica del pensamiento europeo, que continúa marcando la forma en que percibimos y caracterizamos a los sujetos, dando lugar a toda una serie de jerarquías y taxonomías sociales que ya fueron suficientemente marcadas por los autores de la decolonialidad, (Quijano,2000; Quijano, 2017; Mignolo, 2017). La idea de que algunas razas (las europeas, blancas) están más cerca de la cultura y lo intelectual, y otras (las no europeas y no blancas) cerca de la naturaleza y de lo natural (más estrechamente pegadas, así, al cuerpo y al sexo) es para Quijano la expresión de la perspectiva eurocéntrica del conjunto de la experiencia del mundo colonial/moderno del capitalismo.
En este sentido, la explicación del ser caribeño por la naturaleza, es una explicación que muestra, todavía, la pregnancia de una lógica de pensamiento que atraviesa, moldea las percepciones y la forma en que es interpretado el mundo que nos rodea.
En cuanto a las categorías referentes a la complexión física: las palabras alto, macizo de manos amplias, anchos hombres y mujeres, contundentes, mujeres altas que limpian pisos, son expresiones que apuntan a un extrañamiento por una corporeidad que se percibe como diferente. Esta referencia habla, curiosamente, tanto de lo que los entrevistadores observan en el cuerpo de los y las dominicanas, como del cuerpo de los propios entrevistadores. Que su cuerpo, el de los observadores, es diferente al cuerpo de sus entrevistados queda subentendido a partir de su extrañamiento, y por las referencias alusivas a que se trata de pieles curtidas por el sol del Caribe, o que la mujer voluptuosa de piel negra nació al sopor del calor tropical. O sea, lo no blanco, así como lo contundente de sus cuerpos, viene de otro lado, del Caribe, que aporta el trazo diferenciador, extranjero, distinguible y reconocible, como en las mujeres altas que la redactora ve limpiando los pisos de los shoppings centers y que supone inmigrantes. Todas estas referencias con las que se caracteriza y singulariza a los entrevistados, ponen en escena, sin aludir a él, el cuerpo aparentemente blanco y menos voluminoso de los entrevistadores que los significan como perteneciendo al lugar. Esta oposición negro/blanco que se construye como siendo negro de allá, blanco de aquí, ¿Estará fundada en cierta denegación de las diferentes racialidades que pueblan el Uruguay? ¿Será que se ha puesto en juego una jerarquización de lo negro proveniente del Caribe, exótico, extranjerizado, con relación a lo negro que es de aquí? Resulta interesante la forma en que queda sugerida la oposición negro/blanco en el sintagma que describe la dentadura blanca de la inmigrante (¡Cuánto esta imagen no deja ver, por el contraste, el rostro negro de la entrevistada!) Dentadura blanca en la cual la redactora se concentra para escapar del temor de su mirada y la culpa por invadir su intimidad.
Si bien los pocos elementos que recogimos en esta muestra no nos permiten llegar a mayores conclusiones, parece interesante interrogarse sobre la diferencia semántica que caracteriza el cuerpo de hombres como negros macizos, contundentes, en tanto que la mujer negra es nombrada como voluptuosa de piel negra. Este adjetivo voluptuosa introduce un elemento sensual que es señalado apenas con relación a la mujer negra. Sería interesante profundizar este análisis poniéndolo en relación con otras categorías descriptivas.
En estos ejemplos, pudimos ir identificando la forma en que se construyen las nociones de alteridad a partir del cuerpo propio y del cuerpo del otro, y como cada categoría semántica elegida en la redacción de la noticia hace referencia a un universo simbólico que nos precede como sujetos que somos, efectos de discursos y narrativas sobre el cuerpo y la corporalidad.
Consideraciones finales
El objetivo de este informe fue analizar algunas de las categorías semánticas con que se describe a inmigrantes dominicanos y dominicanas en los medios de comunicación uruguayos, en el entendido de que estas categorías son accionadas a partir de un imaginario compartido sobre el Caribe, siendo que al mismo tiempo construyen y transmiten estas categorías para la opinión pública. Tomamos apenas las descripciones provenientes de redactores únicos de la noticia como elementos paradigmáticos; vistos en conjunto y puestos unos al lado de los otros, nos permitieron identificar la emergencia, y acaso al nacimiento, de un discurso sobre los y las migrantes dominicanas. En las noticias analizadas, destacamos el uso de categorías semánticas, elementos icónicos, lugares comunes, y estereotipos culturales fuertemente racializados para construir una imagen moral del inmigrante. Tienen como característica más destacada el empleo del retrato y de la descripción detallada del movimiento del cuerpo, la mirada, los sonidos, los alimentos, la postura, los fenotipos y los objetos que rodean a los y las inmigrantes, que como una figura de mosaico dan a ver, muestran, en lugar de enunciar explícitamente, características morales del retratado.
En el conjunto de las producciones analizadas es posible identificar el uso de imágenes concretas para transmitir una imagen icónica del inmigrante, su añoranza, la precariedad de sus medios de vida y su desamparo que buscan la resonancia afectiva del lector ante lo que es presentado como un sufrimiento corporificado. Sería necesario un análisis más específico y profundo del tipo de respuesta moral que estos retratos de inmigrantes accionan. Podríamos indicar, muy aproximativamente, que a partir de retratos muy parecidos se elaboran giros argumentales bastante diferentes. En algunos casos, los retratos corporificados parecerían acompañar, desde los títulos a las fotografías empleadas, la visión de que los inmigrantes están siendo dejados a su suerte y que es entonces necesario ayudarlos, dignificarlos, darles otro lugar. En otros casos, el conjunto de la noticia, títulos, datos expuestos que acompañan la descripción corporificada del inmigrante, propone una lectura contraria desde el punto de vista moral: los inmigrantes están sufriendo, en consecuencia, no debieran haber venido, sería mejor si se marcharan. Una tenue línea separa estos dos puntos de vista, sobre los cuales sería necesaria una mayor profundización.
En este informe, nos detuvimos de forma específica en aquellos retratos que describen físicamente a los inmigrantes dominicanos y dominicanas. Identificamos narrativas que denominamos racializadas, en función de que establecen cierto determinismo, como si la geografía del país de origen (el calor tropical, el sol, la presencia del Caribe) explicase el talante de los dominicanos y dominicanas, imaginado como alegre, bullicioso y expansivo. La descripción del cuerpo de los hombres como altos, macizos, contundentes, y del cuerpo de la mujer como voluptuosa, aproxima, por otra parte, sentidos no explicitados, pero cuyo referencia a lo sensual y a lo corpóreo resultan evidentes, y que develan una captación del centroamericano y del caribeño fundada en el cuerpo y la naturaleza.
Consideramos que la sistematización y el análisis de las categorías semánticas empleadas para retratar a los y las inmigrantes dominicanos y dominicanas en los medios de comunicación nos permitió, de un modo todavía incipiente, identificar algunos aspectos del imaginario sobre el cual está siendo construido el relato de esta migración, dentro de un material que tiene todavía muchas aristas para recorrer y profundizar.
Notas
1 Para un comentario sobre la noción semiótica de iconicidad ver Nubiola, J. y Barrena, S. (2018). Charles S. Peirce y el arte como representación: experiencia, expresión e interpretación. Representaciones XIII (1) 5-25. Leer fragmentos: pp. 2-4
Referencias bibliográficas